Hablar de gestión de conocimiento organizacional es también hablar de la nueva riqueza de las organizaciones en los tiempos modernos. Muchos se atreven incluso a llamarlo “el oro invisible de las empresas” y otros, más osados, lo han denominado “el nuevo petróleo organizacional”.
El principal reto de las organizaciones será, sin duda, adquirir el conocimiento, pero no menos importante ponerlo en marcha, almacenarlo, administrarlo y, a partir de allí, generar nuevo conocimiento.
La generación de nuevo conocimiento al interior de una organización causará que esta vaya de la mano de procesos innovadores, creativos y hasta disruptivos, toda vez que a partir de allí encuentran nuevas maneras de hacer las cosas y esto, muy importante, sumado a las nuevas tecnologías genera resultados positivos y que agregan valor a los consumidores y a las empresas.
Entonces… ¿Cuáles son esos nuevos retos?
Con estas ideas antes mencionadas, llegamos al siguiente escenario: es fundamental que las empresas partan, antes que nada, del talento humano. La capacitación, formación y entrenamiento de las personas en su quehacer, al servicio de los procesos misionales de la organización son un elemento básico y fundante para que esas mismas personas puedan desarrollar conocimiento aplicado a las búsquedas y objetivos de la organización.
Las empresas que logran generar conocimiento logran al mismo tiempo generar valor para su mercado. La ya denominada cadena de valor, de la que habló Michael Porter se sostiene en el conocimiento adquirido que la organización es capaz de aplicar en sus productos o servicios para generar más valor a su mercado.
Partamos de una idea base: todo no es conocimiento para una organización. Cuando hablamos de que la organización debe buscar conocimiento, si empezamos a detallar esa búsqueda, entonces debemos decir también que se debe identificar y reconocer ese conocimiento específico que le sirve a esa organización. Lo que es conocimiento para una empresa o institución puede no serlo para otra.
La gestión del conocimiento presenta, entonces, un primer reto imprescindible en un medio saturado de información y de datos: identificar aquel conocimiento que tiene un sentido y un valor para una empresa.
Un segundo reto estaría enmarcado en cómo se almacena, administra, comparte y pone en común este nuevo conocimiento. Son muy pocas las empresas que en la medida en que logran enviar su talento humano a procesos de adquisición de conocimiento, logran también de una manera competente y efectiva ponerlo al servicio y en común para otras personas en la organización.
Estas mismas empresas destinan altos presupuestos para capacitar y entrenar a sus integrantes y entregarles nuevo conocimiento. Si estas personas salen de la organización, este será un conocimiento que se irá con ellas y que la empresa “perderá” sino se hace un plan efectivo de transferencia del mismo. El reto consiste en socializar y almacenarlo de manera adecuada y efectiva para que quede al interior de la organización.
El proceso de almacenamiento no significa estrictamente guardar este conocimiento en archivos, en la nube o en memorias que están en posesión de la organización, sino que el almacenamiento debe ser el resultado de procesos de puesta en marcha de ese conocimiento. Asegurar que una persona que adquiere un conocimiento lo socializa, lo transforma y lo pone en una cadena de valor en la organización es un reto aún más importante.